A veces me pasa sin darme cuenta: estoy viendo historias o publicaciones y de pronto veo a una chica bailando con seguridad, posando en bikini, con el cabello perfecto, una pareja que la mira con amor y una vida que parece sacada de una película. En ese momento, algo dentro de mí se encoge… y me pregunto:
¿Por qué ellas son tan lindas y yo no?
También me comparo con chicas de mi edad, o incluso más jóvenes, que ya terminaron su carrera universitaria, tienen un buen cuerpo, viajan por el mundo, tienen casas, carros y miles de seguidores. Las veo sonriendo y pienso: ¿Cómo lo lograron tan jóvenes y por qué yo sigo en el mismo lugar?
Después de ver esas publicaciones, mi mente empieza a jugar en mi contra. Me invaden pensamientos de inferioridad, inseguridad y duda. Cuando estoy frente a otras personas, me siento pequeña, insignificante… como si no tuviera nada valioso que ofrecer. Y sí, he llegado a pensar que mi vida no vale tanto, que quizás no lograré nada importante en esta vida.
Pero al mismo tiempo, algo dentro de mí también sabe que lo que se muestra en las redes sociales no es toda la verdad. Sé que los seres humanos somos perfectamente imperfectos, que todos tenemos batallas que no se ven en una foto editada o en un video de 15 segundos. Aún así, me comapro. Y me duele.
En esos momentos intento recordarme algo:
Yo soy yo, y voy a mi propio ritmo. No tengo que ir al ritmo de «María» o de ninguna otra chica que veo en instagram. Tal vez ellas nacieron en una familia con recursos o tuvieron oportunidades que yo aún no he podido tener. Esto no significa que mi historia no tenga valor. Mi camino es totalmenre diferente. Y es completamente válido.
Cada una de nosotras tiene algo que nos hace únicas. Nadie más tiene tu voz, tu mirada, tu sensibilidad y tu forma de ver el mundo. Y sí, también tus huellas: ese diseño único en tus dedos que te identifica solamente a ti. Eres irrepetible. Eres Incomparable. Eres Invaluable.
Si tú también te sientes menos al ver a otras chicas en redes sociales, quiero que sepas algo:
- No eres menos por avanzar más lento.
- No eres menos por no tener una vida «perfecta».
- No eres menos por no encajar con lo que otros muestran.
- No estás solo/a. Y vales muchísimo, aunque a veces lo olvides.
Suelta esa comparación que te duele. Tu tiempo llegará. Y mientras tanto, siembra amor propio, un pensamiento bonito a la vez. Tú puedes brillar también, pero a tu manera.